sábado, 10 de octubre de 2009

“Imágenes en la Danzaterapia”

A los 87 años, la creadora de la danzaterapia en Argentina está más viva que nunca y publicó su quinto libro. Marìa Fux presentó “Imágenes en la Danzaterapia el pasado domingo a las 17, en la Biblioteca Nacional.

La Editorial Lumen organizó un espectáculo suntuoso, con entrada libre y gratuita, para promocionar el primer libro de esta distinguida bailarina y coreógrafa en donde los protagonistas son los alumnos. “En este quinto libro pensé que no había hecho nada con la imagen de la gente que ha cambiado mediante la danza y eso quise reflejar”, explicó María Fux.

Ese es el espíritu de “Imágenes en la Danzaterapia”, dar a conocer cómo esta técnica está cambiando la vida de cientos de argentinos gracias al histórico concepto del “sí, puedo”. Durante dos años, un fotógrafo italiano captó los mejores retratos de quienes asisten a las clases que Fux dicta en su estudio de Callao y Corrientes. Lo más rico de esas profundas historias de vida fue justamente lo que constituyó esta obra.

“Creí que sería maravilloso hacer que los personajes del libro, que son jóvenes down, lo presentaran”, revela Fux. Y así fue. El Auditorio Borges desbordó de gente y las miradas apuntaron a un solo lugar: el escenario. Los alumnos bailaron y conmovieron a la audiencia, dejando de lado todos los prejuicios.


Fue fácil darse cuenta que la belleza trasciende los cuerpos y que la riqueza de la vida reside en el hecho de que todos somos únicos y diferentes.

jueves, 8 de octubre de 2009

Parte de mi

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Mis padres decidieron irse. En buena hora, un merecido viaje, un descanso sobre la cotidianeidad hilarante del trabajo forzoso. Solo quedaba en la casa mi pequeña hermana, Chole, y yo, que debía cuidarla durante una larga y tediosa semana. Mi labor consistiría básicamente en despertarla, alimentarla, y hacer cumplir sus obligaciones escolares.

Sin previa preparación para mi nueva adaptación, y sin conocimientos culinarios, la situación obligo a que nuestra primera cena tuviera lugar en Loure´s, destacado restaurante del pueblo, donde uno tiene el derecho de comer todo lo que le sienta la gana. Empecé degustando un sabroso plato de fiambres del mediterráneo. Acabado el mismo, este plato seria recargado con distintas ensaladas, en varias tandas. Concluida la primera digestión, seria el turno del plato principal, compuesto por pequeñas muestras de la oferta del chef, y segmentado en cinco platos consecuentes. El postre no tendría importancia, mi satisfacción me lo impedía. Chole, por su parte comió un delicioso pastel de fresas que supo compartir.



Luego caminamos rumbo a casa, tomados de la mano, por un bello camino de piedras que concluía en la iglesia del pueblo. Ese instante fue interesante para que el alimento de esa noche tuviera su lógico mecanismo de digestión. Así, una vez llegado a casa, me senté en mi cama, respire profundamente con la mirada perdida por unos pocos segundos, saque mi zapato izquierdo y, con lógica consecuencia, el derecho. En similares movimientos, saque mi media izquierda, y luego la derecha, colocándolas dentro de sus respectivos zapatos. En su lugar, mis pies aceptaron las pantuflas que esperaban tranquilas al costado de mi cama. Ordene a Chole que se acostara, y cuando se encontraba tapada por su gigantesca sabana, la tape aun más y dándole un beso en su frente le desee dulces sueños.



Sin nada más que hacer para sentirme cómodo, procedí al baño, donde concluiría con el destino esperado de la comida de esa noche. Sabía que era abundante.



Me senté y espere, con gran dolor e incertidumbre, ya que nada pasaba. Debí sacarme la camisa, ya que empezaba a tener calor. Debido a esto, también abrí el ventanal, que se encontraba sobre mi pared derecha, a la altura donde permanecía mi cabeza. Esto también ayudaba a renovar el aire, que se veía perturbado por gases propios. Afuera solo se veía la luna, gigante en ese día, donde mis ojos reposaban mientras permanecía sentado, como si redescubriera en aquella oportunidad, en esa bola efímera, una compañera pasajera que siempre subestime.

No permanecía derrotado ante el fracaso. Cambiaba las posiciones, lograba hacer muchísima fuerza, masajeaba la zona abdominal en movimientos descendentes, elevaba las rodillas hasta el pecho y hasta llegue a pegarme golpes de puño en el estomago, pero solo reavivaban el dolor.
Saque mis pantalones, que se encontraban arrastrados en el suelo sujetando ambas piernas y los tire con acertada puntería sobre una silla pegada a la bañera. El calor desaparecía, y prevalecía ahora el frío de este gran baño. Cerraba la ventana y la luna me despedía. Ahora quedaba solo.

Con un calzón dificultando mi andar, busque un libro en la biblioteca de la casa, la divina comedia, y leí tres páginas sin mucho interés.

Ya durmiéndome sobre mis rodillas, casi sin quererlo, algo pequeño se desprendió de mi ano. Era muy diminuto, insignificante, pero por lo menos era un comienzo. Sabía que algo se estaba engendrando detrás de esa pequeñez, y que ese seria el momento donde debía juntar todas mis fuerzas para poder dar por concluida esa maldita noche.
En verdad, este es un momento que en general disfruto mucho, pero en esta oportunidad lo padecía. Llegue a tener ganas de llorar y suplicar piedad ante mi dolor estomacal. Mis ruegos parecen haber sido escuchados, no se si por Dios (me cuesta creer que estime una suplica de estas características), pero por alguna deidad seguro, ya que mientras gritaba con agonizante dolor “Dios mío, ayudame”, algo gigante empezaba a salir. En ese momento supe que no podía escatimar en esfuerzo y acompañe la caída con fuerza descomunal. Pocas veces apliqué mi energía para llegar a hacer tanta fuerza.



Mi trasero se veía en su totalidad salpicado por el agua, como quien moja su cara luego de un caluroso esfuerzo. Costo, pero el momento finalmente llego. Y el alivio se mezclo con un silencio tranquilizador en el aire.
No anhelaba nada más que estar en mi cama, pero en verdad no podía moverme, había consumido muchas energías y debía descansar. Sabía que ya había vencido el primer obstáculo, y que si quería, podía continuar defecando y lo lograría con éxito. Pero realmente ya no tenía más ganas, y aunque tuviera más en mi interior, con lo despedido era suficiente para dormir bien.
Me levante con movimientos veloces, como si concentrara la poca fuerza que me quedaba para ese momento, y comencé a limpiarme en el bidet. Me seque suavemente, ya que esa zona se encontraba un tanto irritada, y levante mi calzón, hasta alcanzar la altura requerida. Giré para tirar la cadena, pero mi movimiento se detuvo ante el estupor de ver el tamaño de aquel trozo fecal (llamado sorete, a partir de este momento). Era realmente grueso ese sorete, un tanto más que la medida de un choclo. Y la longitud era aun más asombrosa, un trozo se posaba sobre la superficie seca, de punta a punta, mientras otro pedazo de igual tamaño yacía sobre el fondo del agua. Podía notarse un marrón claro por debajo del agua, y un marrón oscuro por fuera.
Debo admitir que lo mire un rato largo antes de tirar la cadena, pero lo hice. Tire la cadena mientras veía como aquel sorete se reía de mí sin querer moverse. Espere unos segundos para que vuelva a llenarse de agua la mochila e insistí. Pero nada parecía inquietarlo.

Me fui dándole tiempo al agua misma para que ayude en esta feroz guerra. Con un tiempo a solas, el agua lo ablandaría y al volver a tirar la cadena se partiría como el Titanic y por fin no quedarían rastros de aquella nefasta noche.


Fui a dormir tranquilo. Más tranquilo que nunca.


CONTINUARA...

Leopoldo

lunes, 5 de octubre de 2009

La sonrisa de Ana Frank

La Web ya cuenta con las únicas imágenes en video que existen de Ana Frank, la niña judía que conmovió al mundo.
El sitio de Internet YouTube.com creó un canal en homenaje a la joven escritora alemana que representa lo que fue el horror del nazismo.
Se trata de un video casero de no más de veinte segundos en donde se puede ver a Ana asomada a una ventana, viendo el casamiento de una vecina, con una sonrisa para la historia.




Una personita, un mundo.

“El diario de Ana Frank” es una de las obras más conmovedoras en torno al holocausto. Se trata de la edición del diario íntimo de una niña judía, Annelies Marie Frank, mundialmente conocida como Ana Frank. La relevancia de este documento histórico que fue plasmado como una pieza literaria es su valor testimonial: el diario fue escrito durante la Segunda Guerra Mundial, entre junio de 1942 y agosto de 1944, tiempo en el que Ana tuvo que vivir con su familia escondida en un almacén de Ámsterdam para que los nazis no los encontraran.


Con tan sólo trece años, esta niña reflexiona sobre el horror propio con madurez, simpleza y responsabilidad. En sus escritos narra su vida como adolescente, la convivencia con otras familias judías refugiadas, e incluso la ayuda que recibía por parte de algunos empleados del lugar donde permaneció encerrada por más de dos años.

Tres días después del fin del diario, los ocupantes del refugio de los Frank fueron delatados y detenidos. El 4 de agosto de 1944, una comisión de agentes de la Gestapo trasladó a las víctimas escondidas a distintos campos de concentración.

Ana y su hermana mayor, Margot, padecieron vivir en los campos de concentración de Westerbork en Holanda y Auschwitzen Polonia. Final y tristemente, fueron deportadas a Bergen-Belsen, donde ambas murieron en una epidemia durante lor primeros meses de 1945.


La publicación del diario se debe a su padre, Otto Frank, que fue el único sobreviviente de esta trágica etapa. En su vuelta a Ámsterdam, recibió un cúmulo de hojas sueltas que su hija sin que él lo supiera. En 1947, conmovido por la mirada reflexiva, sensible y la capacidad de abstracción admirable de su hija, decide publicar el contenido.

El libro ha sido desde entonces un éxito editorial en todo el mundo, con más de 350.000.000 de ejemplares vendidos. Su historia , uno de los más importantes legados sobre la ternura encerrada en un mundo dominado por el horror.

SEIS DE CADA DIEZ JÓVENES NO COMPRENDEN LO QUE LEEN

"Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí­ me enorgullecen las que he leí­do."
- Jorge Luis Borges

Es un dato preocupante: el 60 por ciento de los adolescentes-jóvenes que egresan de la escuela secundaria en la Argentina tienen dificultades para comprender lo que leen por tener escaso contacto con la letra escrita.

Es por eso que la Fundación Leer aboca sus esfuerzos a los más pequeños, en un intento por revertir esta tendencia.
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Este año, 2.963.393 niños y 187.981 adultos pertenecientes a 10.222 instituciones participaron de la 7ma Maratón Nacional de Lectura, hecho que advierte el compromiso de miles de personas por alcanzar una Argentina alfabetizada y lectora.
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Patricia Mejanelatti, colaboradora de la Fundación Leer, reflexiona a cerca de la mejor manera de introducir en el mundo de la lectura a los más pequeños, y dice que a los chicos hay que “leerles todas las noches, contar un cuento, quince minutos por noche”.
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Majanelatti remarca lo importante que es leer junto a los chicos: “Si un niño recibe de sus padres, de sus abuelos, de sus tíos, de las personas que los están cuidando, un cuento, una canción, un minuto junto a los libros, o a las revistas, eso es lo que marca la diferencia, eso es lo que nos construye como lectores. Los chicos no llegan solos a ser lectores, son los adultos los mediadores de la lectura quienes tenemos que ayudarlos, acompañarlos y guiarlos hacia ese camino. A los libros se llega y esa es nuestra responsabilidad como adultos”.
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El Zoológico de Buenos Aires fue una de las sedes de la 7ma Maratón Nacional de Lectura. Allí se congregaron el viernes 2 de octubre, lectores adultos, escritores y empresas editoriales, junto a centenares de chicos de escuelas primarias. Y la Fundación Leer se abocó a ellos como estímulo temprano de la lectura.
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El encuentro fue de participación gratuita y de carácter no competitivo, bajo el lema Mi familia, mi mundo. Historias para descubrir, rescatar, leer y compartir.
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Queremos motivar a que las narraciones, esta vez, no salgan exclusivamente de los libros: en cada familia, grupo o comunidad, existen un sinfín de historias para disfrutar. La recuperación de los relatos orales conduce a la reafirmación de la identidad, el afianzamiento entre las comunidades y la valoración de lo nuestro como espacio privilegiado para pensar el futuro”, se afirma desde la Fundación.
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Fernando Córsico