El gusto es nuestro
El sexo, como todo acto humano natural y liberador, ha sido eje de muchas de las más interesantes obras literarias del mundo. Desde textos sagrados como el Kamasutra, hasta toscos foros con poemas de escritores anónimos y obscenos: si el erotismo o el mismo acto sexual están en juego, estamos frente al único género literario que se deleita con los placeres carnales y se revaloriza con su descripción poética.
"El acto de escribir literatura "erótica", es decir una literatura que apela a la sensualidad, la provoca, la excita, es un acto masturbatorio para el que la escribe y para el que la lee, y probablemente es por eso, y no por lo que describe, que le da un poco de vergüenza al autor y al lector", aclara con ingenio Alicia Steimberg en unos de sus más atractivos artículos.
Podríamos considerar al Marqués de Sade como uno de los principales percusores del erotismo en el mundo de las letras, luego de la Revolución Francesa. Gracias a su personalidad libertina, osada y abiertamente opuesta a los parámetros de comportamiento de la época, escribió buena parte de sus obras en prisión. "Los 120 días de Sodoma", su obra clave, explota al máximo las historias pornográficas vinculadas con la violencia, lo que terminará por relacionar al marqués con el término sadismo.
Henry Miller prefirió la acepción griega original de la literatura erótica, que la entiende como "la relación con las prostitutas", y desde ese disparador explayó sus obras. Tanto "Trópico de Cáncer", de 1934, como "Trópico de Capricornio", de 1938,revolucionaron la sociedad estadounidense y fueron prohibidas en muchos países.
En esa misma línea, el prolífero escritor Charles Bukowski no se privó de nada y dedicó su carrera entera a este controvertido género. Tiene publicadas cerca de 30 obras en 50 años. Su relato más destacado es "La máquina de Follar", de 1974, que fue traducido a más de 12 idiomas, posicionando a su autor como un escritor de culto.
En 1955 Vladimir Nabokov apostó a más y publicó "Lolita", una novela en la que se describe la relación entre una menor de edad y un hombre adulto y por primera vez se desarrolla públicamente la pedofilia. Su obra llegó al cine en 1997, de la mano del director Adrian Lyne, protagonizada por Jeremy Irons y la increíblemente seductora Dominique Swai.
En la Argentina, desestructuró la literatura rioplatense el joven Pedro Mairal, que con sólo 28 años recibió el premio Clarín de Novela 1998 por "Una noche con Sabrina Love", la novela que dos años después triunfaría en cine con la actuación de Cecilia Roth y Tomás Fonzi. Una imperdible novela en donde un adolescente, al igual que Mairal, gana un concurso. Pero su recompensa tenía poco de literario, o no: pasar un noche con la estrella porno más imponente del canal erótico local.
A pesar de las problemáticas que pueden acarrear la falta de sinónimos, el miedo a lo burdo o al lugar común, y el pudor,
la literatura erótica tiene cada vez más popularidad y es el foco de interés de miles de escritores y, por qué no,
de millones de gustosos lectores.
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