viernes, 16 de octubre de 2009

He leído: Retratos, de Truman Capote





Es imposible comentar un libro escrito por Truman Capote sin referirse inevitablemente a su autor, quien es autorreferencial por naturaleza. Hablar de su obra es hablar de él.
Brilló como periodista y dramaturgo, y se lo consideró uno de los padres del nuevo periodismo: esa manera de contar que combina ficción narrativa con reportaje periodístico.
Tuvo una gran habilidad para relacionarse con la aristocracia neoyorquina y con los que protagonizaron el mundo de la cultura y el espectáculo de su época. Esta cualidad le valió la posibilidad de que se abriesen las puertas que le permitieron realizar algunos de los trabajos periodístico-literarios más importantes del siglo XX.

Decir que el libro Retratos, de Truman Capote, es una recopilación de entrevistas, sería una descripción muy pobre que no le haría justicia. Es más bien un compendio de historias de vida, de vidas interesantes que valen la pena ser contadas. Y Capote habla tanto de los otros como de sí: de su amistad con las estrellas, su sexualidad, orígenes, apetencias e intereses.

Es así que introducirse en la lectura de Retratos, equivale a espiar la intimidad de una celebridad por el agujero de la cerradura. O mejor aún, por momentos da la sensación de que el lector está presente en la habitación donde se desarrolla la conversación entre el periodista y el entrevistado.

Truman es un chismoso genial que no duda en enterar al lector de las conversaciones que sostuvo con sus celebridades de confianza, y cuenta cosas que se dicen entre amigos y no en una entrevista. Hasta deja trascender intimidades de terceros.

El libro tiene por dos partes, la primera y principal posee seis relatos entre los que se destacan los que protagonizan Marlon Brando, Elizabeth Taylor y Marilyn Monroe. La segunda es un compendio de 14 comentarios que hizo Capote para el libro de fotografías Obsevations, de Richard Avedon, en el que sobresalen los perfiles de John Huston, Ezra Pound, Humphrey Bogart e Isak Dinesen.


A Capote lo favorecen más los desarrollos largos, le sientan mucho mejor los párrafos extensos con oraciones subordinadas donde explica una cosa, describe otra, salta en el tiempo, y retoma más adelante la línea original sin que el lector pierda el hilo del relato ni caiga la fluidez de la historia. Porque Truman es un experto en envolver, arropar y crear climas.

Esto se percibe con mucha fuerza en El duque en sus dominios, el texto que abre el libro, que comienza con la escusa de ser un reportaje a Marlon Brando pero termina por convertirse un retrato biográfico profundo, una radiografía predictiva de un actor que lo tenía todo pero quería otra cosa, algo que todavía en ese momento no estaba definido, y que se materializó años más tarde cuando se volvió un ermitaño inalcanzable.

Retratos es un nombre que ajusta perfectamente con el trabajo que realizó Truman Capote. Después de leer sus líneas podría decirse que se llegan a conocer los rasgos fundamentales de los personajes involucrados. Queda la extraña certeza de que el autor muestra las venas abiertas de sus interlocutores.

Nunca pudo evitar ser protagonista, por narcisista o por talentoso, o por ambas cosas, Truman Capote (1924-1984) siempre estuvo en primer plano. Fue, mucho antes de que se acuñara el término, un miembro de la selecta constelación de los condenados al éxito.
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Fernando Córsico

1 comentario:

  1. Retratos es el otro titulo de Plegarias Atendidas o son libros diferentes

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